En la vida cotidiana nos encontramos con una cantidad innumerable de signos que distinguen productos de diversos empresarios, clases, calidades, precios, etc. Dichos signos son denominados marcas de producto, los cuales tienen una conformación y funciones particulares.
Lo mismo ocurre respecto de los servicios prestados por diversas personas naturales o jurídicas, los que también son susceptibles de ser distinguidos con sus respectivas marcas de servicios.
La función de la marca es precisamente la de distinguir productos o servicios, diferenciándolos de sus similares en el mercado, siendo una de sus finalidades principales la de captar y consolidar clientela.
Por otro lado, también debemos hacer una delimitación entre lo que es la marca en sí y su posible objetivación física. La marca, en tanto signo, es en si mismo un bien incorporal, una entidad ideal, una concepción de la inteligencia.
La marca puede existir como bien incorporal, independientemente de su manifestación sensible (por ejemplo, cuando se cuenta con el registro de la marca, pero no se usa). Sin embargo, este bien debe tener la aptitud de poder plasmarse en una palabra, sonido, figura, letras y números o combinación de ambos, etiquetas, combinación de colores, formas de productos, envases o envolturas u otro elemento, a través de un material o canal determinado.
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